martes, 13 de diciembre de 2016

Los bibliotecarios académicos y el apoyo a la investigación

buccm_cuencaLos bibliotecarios académicos y el apoyo a la investigación” es una colaboración de Antonio Luis Galán Gall, Director del área de bibliotecas de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Estoy seguro de que nadie pone en duda la enorme evolución (¿revolución?) que las bibliotecas universitarias has desarrollado en las últimas décadas. Evolución en cuanto a su concepto (pensemos si no en la asunción no solo de modelo, sino también del término CRAI), en cuanto a las tareas que asumen, a sus objetivos y, muy en especial, en cuanto a sus servicios.
Si hacemos un somero repaso de los servicios ofrecidos por nuestras bibliotecas, de los años 90 a esta parte, nos encontramos con conceptos que a más de uno le hubieran parecido casi disparatados, y que hoy no sólo forman parte del quehacer cotidiano de los bibliotecarios, sino que, además, ocupan tal vez ya la mayor parte de nuestro tiempo, quizás porque otras tareas más “clásicas” han alcanzado unos elevadísimos niveles de automatización, con el consiguiente ahorro de costes y rentabilización del tiempo, al mismo tiempo que han surgido otras necesidades (o, tal vez, sólo se han hecho más evidentes).

La implantación de estos nuevos modelos ha contado con factores favorables, pero también adversos. Entre los que lo han facilitado están, como decíamos, el elevado nivel de automatización de algunas tareas, el modelo Bolonia de enseñanza/aprendizaje y la implicación institucional de las universidades, que han hecho de la biblioteca el verdadero epicentro de nuestras instituciones. Pero, por encima de lo anterior, la magnífica implicación de los profesionales y su enorme formación y preparación.
Esta formación, que comienza en las diversas facultades, y continúa a lo largo de la vida de la gran mayoría de nuestros profesionales, se debe tanto a la calidad que la enseñanza de la biblioteconomía y la documentación ha alcanzado en España, como al empeño de cada profesional por mantenerse formado, así como de las universidades por contar con los mejores profesionales. Otro factor, nada desdeñable, ha sido la cooperación entre bibliotecas y bibliotecarios, que toma forma, de modo muy especial, en la Red de Bibliotecas Universitarias (CRUE-REBIUN) o en cada uno de los consorcios existentes.
Así, las bibliotecas universitarias españolas cuentan con personas magníficamente preparadas para realizar las tareas más tradicionales de una biblioteca, pero también aquellas que se han incorporado a nuestra rutina en los últimos años: Alfabetización Informacional, marketing y difusión, evaluación de servicios y gestión de la calidad, responsabilidad social, apoyo a la docencia, y un larguísimo etcétera que no cabe aquí detallar.
Existe, sin embargo, un tipo de servicios que, aunque en algunas bibliotecas gozan de una larga tradición, están adquiriendo un auge que va a la par de la necesidad que universidades e investigadores tienen de hacerse visibles y competitivos: los servicios de apoyo a la investigación.
La investigación, como una de misiones fundamentales de la universidad, junto con la docencia, necesita de una serie de recursos que no se limitan a los concretos de cada proyecto o de cada campo del conocimiento científico. Recursos comunes e inherentes al hecho mismo de investigar, hacer visibles los resultados del trabajo realizado, y conseguir que, por diversos medios, ese resultado sea conocido y reconocido por la sociedad. Facilitar que esto sea posible, es también tarea de las bibliotecas.
Nunca es bueno partir de ejemplos, y si nos empeñáramos en acudir a alguno, tendríamos, sin salirnos del entorno REBIUN, al menos 60 o 70 casos válidos, por supuesto, cada uno con las limitaciones derivadas de su disponibilidad de recursos humanos y técnicos. Es por eso por lo que no vamos a hablar de universidades o bibliotecas concretas, y nos limitaremos a enumerar, muy por encima, algunos de los servicios que, bajo este paraguas, se están ofreciendo a las comunidades universitarias y a las propias instituciones, tales como:
Apoyo para la evaluación de la actividad investigadora
Manejo de fuentes para la evaluación de la producción científica
Apoyo para la acreditación y la obtención de sexenios de los investigadores
Formación para el uso de recursos bibliográficos y herramientas
Formación y gestión de la Propiedad Intelectual
Normalización de firmas y de instituciones
Ayuda para publicar mejor, con más visibilidad y proyección
Gestión de la publicación en abierto
Realización de curriculum vitae normalizados
Y, por supuesto, estudios e informes bibliométricos que ayudan a que la universidad conozca mejor el impacto de la investigación de su personal, y de su posicionamiento en rankings universitarios, posibilitando su mejora.
Aunque resulte un tanto reiterativo, debo insistir: si esto es posible, con unos niveles de calidad además indudables, se debe, fundamentalmente, a los factores que ya hemos apuntado anteriormente:
– Los profesionales que prestan sus servicios en las bibliotecas universitarias, son conscientes de la importancia que estos servicios tienen para su comunidad y, en consecuencia, su propia formación para gestionarlos. Es, precisamente, su vocación de servicio, lo que ha llevado a su implantación generalizada.
– Las universidades, sabedoras también de la importancia de estos servicios, así como de todos aquellos que se prestan desde las bibliotecas, confían en su personal y lo apoyan con, entre otras cosas, importantísimas inversiones en formación continua (en ocasiones favorecida por asociaciones o incluso empresas especializadas).
– La preparación previa con la que los profesionales llegan a sus puestos de trabajo, adquirida, en origen, en las facultades en las que estudian sus grados y master.
– A la intensa labor de cooperación que existe entre bibliotecas, y que facilita el intercambio de ideas, de experiencias y de elementos formativos.
Los bibliotecarios académicos, universitarios en su inmensa mayoría, asumimos los retos que las nuevas necesidades de nuestras instituciones nos demandan, y lo hacemos con una enorme capacidad de innovación y de aprendizaje, adelantándonos, en la mayoría de las ocasiones, a que las propias universidades nos lo exijan. No se trata de crear necesidades, sino de anticiparnos a ellas y afrontarlas con enorme profesionalidad y dedicación.
Fuente: Serrano Muñoz, Jordi, “¿Nuevos modelos de cooperar, colaborar y compartir?” [En Línea]. Biblioblog. Disponible en: https://biblioblog.org/category/bibliotecas-universitarias/. [Consulta: 02/12/2016]
https://bibliotecaceu.wordpress.com/2016/12/12/los-bibliotecarios-academicos-y-el-apoyo-a-la-investigacion/#more-4521