En el mundo hay gente rara…Hay gente rara que viene a la biblioteca y se mezcla con la demás. Mirando desde aquí, desde el mostrador, uno los ve a todos sentados, leyendo, y mezclados así no se advierte ninguna diferencia. Hasta que el raro llega, o se levanta de su mesa, y empieza la función.
Hace mucho que a mí se me ocurrió llevar un registro de los raros que vienen aquí. Pero raros en serio, no sólo los de siempre que piden un libro, se sientan y se duermen, apoyando una mejilla sobre él como almohada, ni los que comen a bocaditos escondidos el sándwich que tienen sobre la falda. Anoto a mis raros en un cuaderno y al cuaderno lo guardo en un cajón con llave. Lo guardo bajo llave porque cuando lo dejaba a la vista encontraba anotaciones, dibujos obscenos y tachaduras sobre mis notas. Eran los del turno de la tarde que se reían de mi interés y decían que yo mismo soy más raro que cualquier raro que pudiera venir.