LA LIBERTAD Normas como la espuria Constitución del 93, la Ley Universitaria 23733 y otras despojan de derechos a los estudiantes, a la comunidad universitaria y a los pobres de la ciudad y del campo. Sólo entre 1995 y el 2007 el aporte estatal al presupuesto universitario disminuyó de 84% a 62%, mientras los Recursos Directamente Recaudados se incrementaron del 16% al 70%, en casos como la UNI y La Molina, donde el estudiante es tan cliente como en las privadas, lo que origina que el porcentaje de estudiantes procedentes de colegios nacionales en esas casas se reduzca sistemáticamente año a año.
Vía "ingresos propios" el Estado se desentiende de las universidades públicas, obligándolas a aumentar las tasas de matrícula, trámites documentarios, carné, pagos por bachillerato, cursos de titulación, doctorados, maestrías, complementación, segunda especialización y otros que vuelven difuso el carácter gratuito del servicio mercantilizándolo. Si además de todo aquello les atiborramos con un activismo desbordante, absorbente y descoordinado, y escolarizamos el sistema, entonces echamos a los alumnos pobres al estar impedirles trabajar.
Muchos, so pretexto de aumentar la oferta universitaria abriendo espacio a la inversión privada, se enriquecen con el negocio universitario gracias al D. Leg. 882 que mercantiliza y desnaturaliza la educación pública, precarizándola; sin embargo, por un lado y volviéndola lucrativa, por el otro, estandarizándola pero vaciándola; descentralizándola pero tugurizándola y tecnificándola pero esterilizándola. Decretos Legislativos como el 924 y el 726 aún amenazan los derechos de libre opinión y difusión del pensamiento resucitando el delito de apología del terrorismo y usando la ocupación militar y policial de las universidades.
De la estamentalización feudal a la elitización del capitalismo deformado se desnaturalizó la demanda democrática y progresista que la sociedad exige. La ciencia subordinada al mercado deja de encarnar la racionalidad progresista para tornarse servil y antihistórica, reemplazándola por preceptos contrarios al desarrollo nacional autónomo, entronizando prácticas como rentabilidad sin relevancia, demanda sin pertinencia, competencias sin crítica, eficacia sin responsabilidad. Tampoco sirve apretar la mordaza contra las demandas conscientes que la universidad incuba, estigmatizando la crítica contra el Estado plutocrático, pro-imperialista y pro-chileno, tal como confirma el penoso espectáculo dado por Mercedes Cabanillas y sus ad-láteres en varias de sus intervenciones e iniciativas congresales. El grito de reforma, acaecido del 2003 al 2008, de México a Chile, anuncia una reedición de ese proceso inconcluso, pese al entreguismo y al oportunismo.
Nada podrá, no obstante, castrar la historia como escenario de la libertad aunque se programe el fracaso sin esperanza en el cuerpo y en las mentes de la nueva generación de esclavos, acorde con las aberraciones que despliega el capitalismo decadente desde el pragmatismo positivista y el instrumentalismo individualista.
Vía "ingresos propios" el Estado se desentiende de las universidades públicas, obligándolas a aumentar las tasas de matrícula, trámites documentarios, carné, pagos por bachillerato, cursos de titulación, doctorados, maestrías, complementación, segunda especialización y otros que vuelven difuso el carácter gratuito del servicio mercantilizándolo. Si además de todo aquello les atiborramos con un activismo desbordante, absorbente y descoordinado, y escolarizamos el sistema, entonces echamos a los alumnos pobres al estar impedirles trabajar.
Muchos, so pretexto de aumentar la oferta universitaria abriendo espacio a la inversión privada, se enriquecen con el negocio universitario gracias al D. Leg. 882 que mercantiliza y desnaturaliza la educación pública, precarizándola; sin embargo, por un lado y volviéndola lucrativa, por el otro, estandarizándola pero vaciándola; descentralizándola pero tugurizándola y tecnificándola pero esterilizándola. Decretos Legislativos como el 924 y el 726 aún amenazan los derechos de libre opinión y difusión del pensamiento resucitando el delito de apología del terrorismo y usando la ocupación militar y policial de las universidades.
De la estamentalización feudal a la elitización del capitalismo deformado se desnaturalizó la demanda democrática y progresista que la sociedad exige. La ciencia subordinada al mercado deja de encarnar la racionalidad progresista para tornarse servil y antihistórica, reemplazándola por preceptos contrarios al desarrollo nacional autónomo, entronizando prácticas como rentabilidad sin relevancia, demanda sin pertinencia, competencias sin crítica, eficacia sin responsabilidad. Tampoco sirve apretar la mordaza contra las demandas conscientes que la universidad incuba, estigmatizando la crítica contra el Estado plutocrático, pro-imperialista y pro-chileno, tal como confirma el penoso espectáculo dado por Mercedes Cabanillas y sus ad-láteres en varias de sus intervenciones e iniciativas congresales. El grito de reforma, acaecido del 2003 al 2008, de México a Chile, anuncia una reedición de ese proceso inconcluso, pese al entreguismo y al oportunismo.
Nada podrá, no obstante, castrar la historia como escenario de la libertad aunque se programe el fracaso sin esperanza en el cuerpo y en las mentes de la nueva generación de esclavos, acorde con las aberraciones que despliega el capitalismo decadente desde el pragmatismo positivista y el instrumentalismo individualista.
Raúl Pastor Gálvez. CORREO: 24.08.2009